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Cuando una página se carga en milisegundos en lugar de segundos, el usuario navega con más confianza y toma decisiones de forma natural y sin fricción. No es una cuestión trivial de gusto: la velocidad es percibida como simplicidad, claridad y respeto. Una web rápida elimina barreras cognitivas, convirtiéndose casi en una extensión del pensamiento del usuario. Experimentar una navegación que responde al instante es como vivir la magia de una experiencia digital sin interrupciones ni esperas innecesarias.